sábado, 28 de mayo de 2011
Zoológico Punk
Por Paul Citraro
Hay corrida y expediciones
zafaron los trapos y los nombres
El Ronco Papaso
diciendo ¡¡Aguanten!!
el primero de ellos
es el gobernador,
al otro
Enhiesto Syd,
es a quien se le
ocurren las cosas
y se concluye con un
No sé cuál de los dos
escribe esta página (*)
Un acto filial de amor al maestro
puede definir el comienzo
de otra asimetría
No llegarían lejos
en pleno estado
de emergencia emocional,
Borges, el ciego,
lo vio claro y lo vio primero
y también le brotaba
la Evidencia
y la misma secreción helada
Tampoco los Sex Pistols
ni remotamente se lo permitieron
Johnny Rotten
corría la melodía
como si fuese una línea
en el pavimento
esperando el cuello
de su madre
La pisoteó
y siguió haciendo su propio onomástico salvaje
El Ronco Papaso
subrayando un pasado anoréxico
volvía a puro latigazo
vomitándose las manos
cubierto de pústulas,
cicatrices y heridas abiertas
En otra vida habrá espacio para el acné infanto juvenil
Al loco Rubén
que había estado encerrado
en su casa durante 3 años
(porque lo rebotaron en la prueba
para jugar en Newbery)
se le había despertado
un ligero estrabismo,
ahora piensa con un ojo
en los Pistols
y el otro
mira con recelo un tanguito
que vuelve a menudear
buscando la claridad
cada vez que lo silba boca abajo
El sol es una rubia que se suelta el pelo (**)
Van der Elsken (***) tenía
que sobrevivir Se sabe
Al igual que todos los
fotógrafos de París
saca fotos carnet con Mario Bossi en medio turno
por las noches
sigue tomando muchas otras;
amantes abrazándose
en calles lluviosas
los olores a la vida incómoda
de Avenida Chapuis
(por los leones y los cainítas)
y se guarda los negativos
que requieren el gesto
de la sombra
para revelar la palabra
en su forma de encantamiento
y su demiurgo poder
-Tranquilo…que la ruta es larga
y el sueño siempre está empezando-
-Decime qué es lo que buscas
y ahí voy con la caña-
El abatimiento del Ronco Papaso
la locura de Rubén
la oreja amputada de pinceleta Van Gogh
en manos de la gorda Carola
Un desastre
Carola siempre está
Ahora, ver llorar al nene
son 50 pesitos
en ajustados 15 minutos
y la chicha por debajo del top
no disimula
la esvástica tatuada en la rabadilla
indicando el inevitable descenso
hacia la boca del lobo
Al final de la comilona
escapa del encierro
y desconfía de la palabra
Por último
el gesto propio de la desesperación
que rompe cada madrugada
-la impotencia de la vida-
remata el loco Rubén
que sigue atada a ese cartel
donde se lee: BIENVENIDO con la
gigantografía de los ídolos muertos y
la S desplomada
Junto a él
hay un cordel atado y trenzado
que al cincharlo
pone al mundo patas arriba
Justo ese día te fui a buscar
y ya no estabas ahí.
(*) de Jorge Luis Borges, ese argentino inevitable
(**) del tango “Dónde estaba el sol cuando te fuiste” de Celedonio Flores
(***) Fotógrafo holandés, que dedicó su obra a los rufianes y bohemios parisinos en los 50
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