miércoles, 25 de junio de 2008

The Byrds, extraños de flequillos


Suena una canción dylaneana, de hecho, es de Dylan. Pero la cantan otras voces y otras armonías que trabajan mejor, (mucho mejor, que Dylan y otros grupos) las escaladas vocales en un in crescendo. Jim, (quien sería en un futuro inmediato Roger McGuinn) decía algo por el estilo; “No importa lo que Dylan quisiese decir, yo lo transformé en una plegaria”. Roger McGuinn se apropiaba (digamos eternamente) de la canción “Mr. Tambourine Man”. Quiere decir, en esa declaración tan sólida como riff de guitarra en mi, que la intención de mitificar al grupo es digna una obra teatral de Tennessee Williams. Que el tiempo es fugaz y salvaje como una oca desorientada. Todo esto Roger McGuinn lo piensa en medio de saberse reconocido como un eslabón perdido entre Los Beatles y Dylan o porque no, Gram Parsons de los Flying Burritos Bros –leyenda folk americana-. En claro está que Roger McGuinn es un “Felipito” crecido entre sangre cherokee y voltios de guitarra Rickenbaker de doce cuerdas a la izquierda del pecho. También, en Los Byrds, están David Crosby (futura tercera pata de Stills & Nash) y Gene Clark en las dos primeras voces -que podían ser reconocidas a kilómetros de distancia-. En ese dominio equilibrado de egos pujantes, como para matar el aburrimiento de componer canciones brillantes, aparecía un conchabo menor, rivalizar comercialmente con Los Beatles. El sonido del disco homónimo con el corte de apertura “Mr. Tambourine Man”, es parte del inicio y un punto de culminación a la vez. Sería el sonido característicos de cinco californianos embelesados entre la descendencia folk y la búsqueda del sonido radical (aunque en apariencia respondan a la misma estructura regular de tiempos, el beat) que los diferencie de los fabulosos cuatro. Homenajes concretos y sinceros e inevitables aparecen en el disco “Mr. Tambourine…”. El talento compositivo de Gene Clark, es un apéndice de referencia. Las versiones de dos cortes firmados por Dylan; “All Really Want To Do” como esencia triunfante de situarse en la composición al lado del Alí letrístico con odas poéticas para nada menores como “You Won´t Have To Cry” y “Here Without you”. Y las raíces folk en la delicada “Bells of Rhymey” que inspiro al silencioso Harrison a escribir “If I Needed Someone” en el disco “Beatles For Sale”. Como suele ocurrir al momento de apresar lo inasible, The Byrds tuvieron mas de ser tres sabores clásicos que una unidad musical incorruptible en el compromiso con su propia obra. Como ajenos un tiempo del que dirían por un lapso importante, fueron mas populares que Jesús, incitaron al Dylan acústico a electrificar la tradición folk, y se fueron por ahí con sus proyectos llenos de ecologismo y globalifobia. A replantearse si la modernidad de algunas respuestas, no eran ellos mismos. Después de todo, esos jóvenes ¿hippies lisérgicos? ahora, son los abuelos un poco locos y tanto mas apacibles de Greendale, asegurando todavía, que el mundo es un lugar extraño para vivir.

The Byrds – Mr. Tambourine Man – 1965

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