Punta y hacha con Los Beatles. Pero con mayor presencia en las voces y a sola firma: Brian Wilson. A diferencia de la inglesa dupla Lennon-McCartney. Es decir, la rivalidad Beatles versus Rolling Stones nunca existió. Los Stones no estaban en su momento a la altura creativa de Los Beatles. En el más considerado de los casos, se trataba de una guerra de mercado. Mientras el rock termina de hacer su triunfal ingreso al mundo adulto y hace la plancha en piscinas empapeladas con la cara de Washington. Detrás de ello, se diseñaban campañas y estrategias comerciales para vender a tal o cual banda. Y sí, los planteamientos de la guerra fría también eran válidos y aplicables para el rock.
Volvemos. La rivalidad creativa siempre fue, al menos en el primer lustro (1962-1967), interoceánica: Beatles vs. Beach Boys. Por decir brevemente, desde "A Hard Day´s Night a Rubber Soul" en Liverpool, o desde "The Beach Boys Today! A Pet Sounds" en California, no hay solamente unos pocos años de por medio. Hay una eternidad.
Brian Wilson había quedado fascinado con el disco (uno de ellos) bisagra de Los Beatles: Rubber Soul. Wilson, en medio de un baño lisérgico (los planes de exterminios de los gobiernos eran más “creativos” por entonces), junto a Tony Asher, un publicista especializado en rimas. El resultado fue Pet Sounds (algo así como el “Sonido de las Mascotas”, que incluía en la portada a los miembros del grupo alimentando animalitos en un zoológico). La alusión era evidente, ahora nosotros les damos “comida” a ustedes, alimentamos a la fauna que nos rodea. Y vaya si lo hicieron. El álbum tenía cambios radicales en relación a anteriores trabajos. Los himnos surferos habían desaparecido. Y aún así no se privaron de mantener (al menos en parte) la costumbre alegre que poblaba las canciones de los chicos de la playa. También se metían en otros terrenos que circundaban sus propias autobiografías: los tormentos.
El disco es una belleza, una maldita sonoridad eterna. Plagado de cameos compositivos a la Phil Spector (1) -muchas capas de sonidos para aumentar la intensidad del fondo musical-. Y una canción que lo confirma de pies a cabeza: “Wouldn´t Be Nice”. Musicalizada no solo con instrumentos característicos de una banda de rock, aparecían trompas, percusiones hindúes, y hasta timbres de bicicletas (que serían la envidia de Mario Ruoppolo en Il Postino).
Podría considerarse que el rock es amplio en el abrazo. Y que además contiene al pop. Y que Pet Sounds es una obra maestra del pop. Y que es una genialidad empapada en sudor bronceado. Desde la autobiográfica “Caroline No” a “God Only Knows” (Solo Dios sabe), aquí traducida y delicadamente interpretada por Pedro Aznar. Tampoco salió ileso al encanto de Brian Wilson. Quien terminó en un callejón sin salida, paranoico y devastado, preguntándose si la búsqueda de la obra perfecta pop tenía sentido. Demasiado pedir para alguien en caída libre, me parece.
Cruzando el Atlántico, cuatro saludables jóvenes encontraban la respuesta: Sgt. Pepper´s Lonely Hearts Club Band.
Pet Sounds - Beach Boys - 1966
(1) Phil Spector es el creador del mítico proceso de grabación “La pared de sonido.”
Volvemos. La rivalidad creativa siempre fue, al menos en el primer lustro (1962-1967), interoceánica: Beatles vs. Beach Boys. Por decir brevemente, desde "A Hard Day´s Night a Rubber Soul" en Liverpool, o desde "The Beach Boys Today! A Pet Sounds" en California, no hay solamente unos pocos años de por medio. Hay una eternidad.
Brian Wilson había quedado fascinado con el disco (uno de ellos) bisagra de Los Beatles: Rubber Soul. Wilson, en medio de un baño lisérgico (los planes de exterminios de los gobiernos eran más “creativos” por entonces), junto a Tony Asher, un publicista especializado en rimas. El resultado fue Pet Sounds (algo así como el “Sonido de las Mascotas”, que incluía en la portada a los miembros del grupo alimentando animalitos en un zoológico). La alusión era evidente, ahora nosotros les damos “comida” a ustedes, alimentamos a la fauna que nos rodea. Y vaya si lo hicieron. El álbum tenía cambios radicales en relación a anteriores trabajos. Los himnos surferos habían desaparecido. Y aún así no se privaron de mantener (al menos en parte) la costumbre alegre que poblaba las canciones de los chicos de la playa. También se metían en otros terrenos que circundaban sus propias autobiografías: los tormentos.
El disco es una belleza, una maldita sonoridad eterna. Plagado de cameos compositivos a la Phil Spector (1) -muchas capas de sonidos para aumentar la intensidad del fondo musical-. Y una canción que lo confirma de pies a cabeza: “Wouldn´t Be Nice”. Musicalizada no solo con instrumentos característicos de una banda de rock, aparecían trompas, percusiones hindúes, y hasta timbres de bicicletas (que serían la envidia de Mario Ruoppolo en Il Postino).
Podría considerarse que el rock es amplio en el abrazo. Y que además contiene al pop. Y que Pet Sounds es una obra maestra del pop. Y que es una genialidad empapada en sudor bronceado. Desde la autobiográfica “Caroline No” a “God Only Knows” (Solo Dios sabe), aquí traducida y delicadamente interpretada por Pedro Aznar. Tampoco salió ileso al encanto de Brian Wilson. Quien terminó en un callejón sin salida, paranoico y devastado, preguntándose si la búsqueda de la obra perfecta pop tenía sentido. Demasiado pedir para alguien en caída libre, me parece.
Cruzando el Atlántico, cuatro saludables jóvenes encontraban la respuesta: Sgt. Pepper´s Lonely Hearts Club Band.
Pet Sounds - Beach Boys - 1966
(1) Phil Spector es el creador del mítico proceso de grabación “La pared de sonido.”
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